Agencias espaciales desarrollan estrategias para salud de astronautas
Las agencias espaciales han desarrollado una estrategia triple: prevención, contramedidas y autonomía médica de los astronautas.
La salud de los astronautas plantea innumerables desafíos para las futuras misiones a la Luna y a Marte, o para el turismo espacial. ¿Cómo pueden evitarse los riesgos médicos y debe actuarse en caso de fuerza mayor?
El espacio es un entorno hostil. Los astronautas están expuestos a los rayos cósmicos, al estrés, al cansancio y a la ingravidez, entre otros factores, que influyen negativamente en el organismo.
La aparición del turismo espacial y los planes de exploración de la Luna o de Marte acentúan aún más la necesidad de autonomía médica de los astronautas. Los equipos avanzados de diagnóstico y las simulaciones de laboratorio ofrecen algunas respuestas.
El 24 de febrero de 1997, a bordo de la estación orbital rusa Mir se origina un incendio durante una operación de mantenimiento de un generador de oxígeno. Un cartucho de perclorato de litio empieza a arder. A más de 350 kilómetros de altitud y en ingravidez, la situación es crítica desde el principio.
Flota por la estación un espeso humo con partículas de combustión y bolitas de metal fundido que expone a los astronautas al riesgo de quemaduras graves o pérdida del conocimiento por asfixia. Las llamas amenazan con perforar las paredes de la estación y despresurizar el habitáculo, lo que mataría rápidamente a sus ocupantes.
La tripulación se pone de inmediato las máscaras respiratorias para protegerse del humo tóxico, activa los extintores y consigue controlar el fuego en pocos minutos bajo el estruendo de las alarmas. Solo hay que lamentar algunas lesiones leves. Lo peor se ha evitado milagrosamente. Este incidente crítico ilustra tres de los riesgos más temidos para la supervivencia de los astronautas en una estación espacial: el fuego, la despresurización y la contaminación de la atmósfera interior. Si un astronauta sufre una lesión grave, las numerosas limitaciones de los viajes espaciales dificultan en gran medida la prestación de atención médica avanzada durante la misión.
Al igual que los marinos que emprenden la vuelta al mundo en solitario, la asistencia y, sobre todo, la evacuación médica no siempre son posibles.
Por lo tanto, es imprescindible prevenir los riesgos en lugar de padecer los daños, prever muy diversos escenarios y lograr que la tripulación sea lo más autónoma posible frente a distintas contingencias sanitarias.
Aunque la órbita terrestre baja alberga desde hace más de veinte años la Estación Espacial Internacional (EEI), a la que se ha unido recientemente la estación china, las nuevas perspectivas de presencia humana exigen considerar de nuevo la gestión de los riesgos médicos.
Los vuelos turísticos, ya sean orbitales o suborbitales, plantean la cuestión del rigor de los criterios médicos que deben aplicarse a los participantes. Todavía no se ha establecido el equilibrio correcto entre unos criterios demasiado estrictos (que reducirían el número de clientes potenciales) o demasiado amplios (con riesgo de que se agraven trastornos crónicos durante la travesía).
Además, la conquista del llamado «espacio profundo», con la ocupación de la superficie lunar y la exploración de Marte, abren otros interrogantes sobre la capacidad de protección y de adaptación del ser humano en ese entorno hostil, por no hablar de las dificultades de la prestación de cuidados en régimen de plena autonomía.
VTV/CC/EMPG
Fuente: Investigación y Ciencia