¿Sabía que en la Biblioteca Nacional existe una clínica del libro?
Preservar la memoria documental del país es el objetivo principal de la Biblioteca Nacional, por ello cuenta con el Centro Nacional de Preservación Documental, un espacio al que se puede denominar como ‘‘la clínica del libro’’, pues atiende la preservación y conservación de materiales bibliográficos y no bibliográficos.
Si bien este servicio no atiende solo libros deteriorados o en peligro de contaminación, estos son sus principales ‘‘pacientes’’, pues los especialistas que allí laboran, realizan hazañas de salvamento y prevención con especial énfasis en aquellos materiales bibliográficos y no bibliográficos cuyo soporte sea el papel y que formen parte de sus colecciones, reseñó el portal web del MPPC.
Un especialista en preservación documental debe enfrentan enemigos como los hongos, la humedad y los ácaros de los libros, siendo el temible Xestobium rufovillosum o ‘‘Reloj de la muerte’’ uno de sus más terribles adversarios, pues representa uno de los peligrosos agentes de deterioro y, en ocasiones, de pérdida total de colecciones bibliotecarias y archivos. Su detección a tiempo, así como el saneamiento del material afectado, es parte de las labores propias de quienes hacen posible que materiales antiguos y contemporáneos se mantengan saludables.
Cirujanos de las letras
El laboratorio (‘quirófano)’ de este servicio está conformado por mesas y cubículos donde se aplican de técnicas de conservación, según los diversos soportes de los materiales. Prensa hidráulica y manual, guillotina, bateas, mesas de luz y planchas térmicas son algunas de las herramientas que garantizan una conservación integral. Entre estos instrumentos destaca la máquina reintegradora, que realiza los injertos de papel japonés; como adhesivo se usa un engrudo a base de agua destilada, del que surgen mezclas y recetas para pulpas, según el tipo de material a tratar.
Procesos de limpieza al seco y de forma acuosa, raspar, cortar, reintegración manual y mecánica (injertar papel), descoser y volver a coser los cuadernillos que conforman el volumen en cuestión, son algunas de las tareas que realizan estos cirujanos de las letras. También restauran obras planas, como fotografías, carteles, caricaturas, dibujos y hojas sueltas, cuyo valor histórico requiere ser preservado, por lo que son guardados en protectores especiales como cajas de polipropileno o la encapsulación en poliéster.
Estos doctores del libro emplean en sus labores mascarillas, guantes, tapaboca, batas y lentes con linternas. Las manos de las mujeres deben estar libres de pintura de uñas, el cabello debe ir recogido y todos por igual usan jabón antibacterial antes y después de cada jornada.
¿Qué han recuperado?
A lo largo de su historia, el Centro Nacional de Preservación y Conservación ha rescatado partituras musicales de la época colonial, un cantoral de grandes dimensiones que data de 1792, mapas originales levantados por el antiguo Ministerio de Obras Públicas entre 1945 y 1946, unos 55 libros salvados del deslave del estado La Guaira, ocurrido en 1999, y afiches únicos de la Schola Cantorum de Caracas, así como otras obras de gran valor.
Por si fuera poco, estos especialistas realizan trabajos preventivos sobre el original de nuestra Acta de la Independencia, las ediciones originales del Correo del Orinoco y la foto de Antonio Guzmán Blanco en su lecho de muerte. Actualmente hacen lo propio con 9.199 libros de la colección antigua de la Biblioteca Nacional. /CP