SESIÓN DE FOTOS CON LA BIBLIA | Casa Blanca dice no lamentar represión contra manifestantes pacíficos en EE.UU.

El portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, dijo que ni Donald Trump ni nadie dentro de su Administración se arrepiente de la represión contra los manifestantes antirracistas que protestaban por el asesinato de George Floyd, frente a la sede presidencial.

“No, no hay arrepentimiento alguno por parte de la Casa Blanca. Muchas de aquellas decisiones no se tomaron dentro de la Casa Blanca. Fue el fiscal general (de EE.UU., William) Barr quien decidió mover el perímetro de seguridad”, afirmó el lunes McEnany durante una rueda de prensa.

Estas declaraciones se refieren a una protesta pacífica realizada el lunes de la semana pasada en Washington D.C. (capital estadounidense), reprimida de forma violenta por la Policía tan solo para que el presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, pudiera hacerse una foto frente a la iglesia de Saint John en la que mostraba una biblia, reportó HispanTV.

El New York Times informó que todo fue idea de la primera hija y asesora principal de la Casa Blanca, Ivanka Trump. Ella “instó” a su padre a participar en una controvertida sesión de fotos con la biblia. 

“Después de un fin de semana de protestas que llegaron hasta a su propio patio delantero y lo obligaron a retirarse brevemente a un búnker debajo de la Casa Blanca, el presidente Trump regresó el lunes a la Oficina Oval, molesto por las imágenes de televisión, molesto de que alguien pensara estaba escondido. Estaba ansioso por la acción”, reveló el NYT.

“Quería enviar al ejército a las ciudades estadounidenses, una idea que provocó una acalorada disputa entre sus asesores. Pero al final del día, impulsado por su hija Ivanka Trump, surgió una forma más personal de demostrar la mano dura: cruzaría la plaza Lafayette hacia una iglesia dañada por el fuego de la noche anterior.

El único problema: no se había llevado a cabo un plan desarrollado más temprano en el día para expandir el perímetro de seguridad alrededor de la Casa Blanca. Cuando el fiscal general William P. Barr salió de las puertas de la Casa Blanca para una inspección personal la madrugada del lunes, descubrió que los manifestantes todavía estaban en el extremo norte de la plaza. Para que el Presidente llegara a la Iglesia de Saint John, tendrían que ser retirados. Barr dio la orden de dispersarlos, informó el periódico.

El diario fue elocuente al describir lo ocurrido después: «La escena del caos que precedió a la caminata, a escasos 1,000 pies del símbolo de la democracia estadounidense, evocó imágenes más comúnmente asociadas con países autoritarios, pero eso no molestó al Presidente, quien ha coqueteado durante mucho tiempo con hombres fuertes en el extranjero y ha expresado su envidia por la capacidad de ellos de dominar “.

“Pero los críticos, incluidos algunos republicanos, estaban horrorizados por el uso de la fuerza contra estadounidenses que no representaban una amenaza visible en ese momento, todo para facilitar lo que consideraban una oportunidad para tomar fotos — todas de gente con caras blancas. Algunos senadores demócratas usaron palabras como “fascista” y “dictador” para describir las palabras y acciones del Presidente”.

 

Además, la Secretaria de prensa de la Administración de Trump añadió que “la noche del lunes la Policía también tomó aquella decisión de manera independiente cuando vio toda la violencia en el Parque Lafayette”, después de que emitiera “tres fuertes advertencias” para que la gente abandonara el lugar.

No obstante, los vídeos del incidente divulgados en las redes sociales muestran el uso de gases lacrimógenos y balas de goma contra los manifestantes. Los reporteros allí presentes señalan que la marcha se había desarrollado de una forma totalmente pacífica antes de que la Policía interviniera por la visita del magnate republicano al mencionado centro de culto.

Horas antes, ese mismo lunes, en un fuerte discurso pronunciado en la Casa Blanca, Trump, además de considerarse “el presidente de la ley y el orden”, anunció que decretaría un masivo despliegue de “miles y miles de soldados fuertemente armados, efectivos militares y agentes del orden público” con el objetivo de detener la ola de protestas que se ha extendido por todo el país norteamericano.

Tales medidas del Mandatario estadounidense para reprimir las manifestaciones fueron recriminadas por los demócratas, encabezados por su rival electoral, Joe Biden, por líderes religiosos e incluso hasta por sus propios aliados en el Partido Republicano.

A pesar de que la Policía de EE.UU. ha atacado con gases lacrimógenos a los manifestantes y arrestado a cientos de ellos en varias ciudades del país, provocando hasta la fecha 11 muertes, las protestas continúan, en particular en Mineápolis, donde ocurrió el asesinato de Floyd.

La brutalidad de la Policía de EE.UU. ha suscitado críticas de diversas organizaciones de derechos civiles, que consideran estos actos propios de un sistema inherentemente racista y que afirman que se ha exacerbado en los últimos años debido a las políticas del actual inquilino de la Casa Blanca.

/maye