España exhumó cadáver de Franco pero su espíritu continúa en la oligarquía y el aparato del Estado

“Lo que había en el Valle de los Caídos es una momia, pero los restos de Franco siguen en las oligarquías económicas y en el aparato del Estado. Esos son los restos a eliminar”’, expresó el secretario general del partido antiausteridad Podemos, Pablo Iglesias, al celebrar la exhumación del cadáver del dictador español, Francisco Franco, realizado en octubre de 2019.

Con la exhumación del cadáver de Francisco Franco de su tumba de Estado, España empezó a saldar una deuda ignominiosa con las víctimas del dictador, olvidadas tras la llamada “Transición a la democracia”, informó Prensa Latina (PL), en un interesante trabajo histórico sobre la expulsión de la urna del gigantesco monumento funerario.

Sepultado con todos los honores 44 años atrás, los restos de Franco fueron extraídos el 24 de octubre de su panteón en el gigantesco monumento del Valle de los Caídos y trasladados a un discreto cementerio en las afueras de Madrid.

Una sentencia del Tribunal Supremo puso fin el pasado 30 de septiembre a un largo y complejo proceso contencioso-administrativo interpuesto por los descendientes del represor para intentar impedir su salida del Valle.

Los trabajos para sacar el cuerpo del déspota y volver a enterrarlo ese mismo día apenas duraron seis horas, en una histórica operación emprendida por el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), quien debió sortear más de un año de obstáculos administrativos y legales.

“Los restos del dictador no podían continuar en un mausoleo público que exaltara su figura, algo expresamente prohibido por la Ley de Memoria Histórica”, aseveraron entonces.

Desde su muerte en 1975, Franco estuvo sepultado en la basílica del Valle de los Caídos, construido en parte por el trabajo forzoso de prisioneros de guerra republicanos y presos políticos de su régimen y donde nostálgicos seguían enalteciéndolo y celebrándole misas.

Ubicado en el municipio de San Lorenzo de El Escorial, distante unos 50 kilómetros de Madrid, el cuestionado panteón constituye la mayor fosa común de toda España, donde hay enterradas unas 34 mil personas, según organizaciones defensoras de los derechos humanos.

En una decisión trascendental, el Congreso de los Diputados convalidó el 13 de septiembre de 2018 la determinación del Gobierno de exhumar los restos del hombre que gobernó este país con mano de hierro entre 1939 (fin de la Guerra Civil iniciada en 1936) y 1975.

Apoyado en una reforma de la Ley de Memoria Histórica (2007), la administración del PSOE acordó que el cuerpo embalsamado del tirano fuera sacado del Valle, hasta entonces el único monumento en pie a un dirigente fascista en Europa.

El cometido se cumplió y el ostentoso complejo dejó de ser un lugar de apología de la dictadura franquista (1939-1975).

Para muchos entendidos, el procedimiento marca un hito en la forma en que España afronta su complejo y tormentoso pasado reciente, con un dictador y autócrata que murió tras casi cuatro décadas en el poder, pero primero negoció una “transición” e instauró la monarquía para dejar atrás la violencia del régimen fascista.

A partir de este momento, la tarea es la identificación de los miles de enterrados que quedan en el Valle de los Caídos.

Sin embargo, la exhumación de Franco no cerró todos los asuntos relacionados con su régimen.

España sigue teniendo más de 114 mil desaparecidos, asesinados y enterrados en cunetas y fosas comunes por casi toda su geografía, lo que la convierte en el segundo país del mundo en este aspecto, apenas superada por Cambodia.

«Queda mucho trabajo por hacer», reflexionó el líder de la izquierda española, Pablo Iglesias, quien celebró la exhumación, pero criticó su tardanza.