Bebidas energéticas influyen en mala calidad del sueño en jóvenes
Un estudio publicado en la revista Addiction reveló que cerca del 60 % de los jóvenes y adolescentes de todo el mundo ha ingerido alguna vez bebidas energéticas; un hecho que preocupa significativamente a los expertos, especialmente si estas se combinan con alcohol, según información difundida por medios internacionales.
Desde hace años, distintas investigaciones tratan de evidenciar sus riesgos asociados. Ahora, un nuevo estudio realizado en Noruega y publicado en la revista BMJ Open relaciona la toma de bebidas energéticas con la mala calidad del sueño y el insomnio entre los universitarios.
Los resultados, basados en los datos de 53 mil 266 personas de entre 18 y 35 años del último Estudio sobre Salud y Bienestar de los Estudiantes (estudio SHOT22), muestran que cuanto mayor era la frecuencia de consumo, menos horas de sueño nocturno tenían.
“Incluso solo una pequeña cantidad (una bebida de una a tres veces al mes) puede estar relacionada con la calidad y cantidad de sueño de los jóvenes”, explicó la primera autora e investigadora en el Hospital Innlandet de Noruega, Siri Kaldenbach.
Para entender qué aspectos del sueño se ven más o menos afectados, se preguntó a los estudiantes con qué frecuencia tomaban bebidas energéticas y sobre sus patrones habituales: cuándo se acostaban y se levantaban o cuánto tardaban en dormirse, y se calculó la eficiencia del sueño a partir del total de horas nocturnas dormidas frente al tiempo pasado en la cama.
Las respuestas a la encuesta indicaron claras diferencias por sexo en los patrones de consumo. Por ejemplo, las mujeres eran más propensas que los hombres a declarar que nunca o casi nunca tomaban bebidas energéticas: 50 % frente a 40 %. De las que afirmaron ingerir estas bebidas, el 5,5 % de ellas dijeron que las tomaban entre 4 y 6 veces por semana y algo más del 3 % declararon hacerlo a diario.
Las cifras comparables para ellos fueron del 8 y el 5 %, respectivamente. Sin embargo, en ambos sexos se observó una clara relación dosis-respuesta entre la ingesta y un menor número de horas de sueño. Por tanto, el aumento de la ingesta se asoció con un incremento tanto del tiempo de vigilia nocturna como del que se tarda en dormirse, es decir, una menor eficiencia del sueño.
Fuente: Medios internacionales
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