Pueblo acató llamado del 15-D para gritarle al mundo que en Venezuela hay paz
Durante un encuentro con los Jueces y Juezas de Paz, electos por las Comunas y que estuvo liderado por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), magistrada Caryslia Rodríguez, destacó que el pasado 15 de diciembre, el pueblo venezolano acató el llamado a la paz, para gritarle al mundo que en «Venezuela estamos en paz».
«Vimos el llamado de un pueblo que se desplegó este 15 de diciembre, para gritarle al mundo que el pueblo quiere paz y está en paz, y siempre vamos a estar dentro de nuestras leyes. Lo que pasó el domingo fue la reafirmación de la soberanía, la independencia y además se demostró que fue un acto de amor, un acto humano, para lograr la materialización de la paz en el territorio», dijo Rodríguez.
Recordó que el 31 de enero de este año «nos hizo un llamado a todo el Estado venezolano, nos invitó a unirnos y así se logró mediante una unidad perfecta, donde pusimos el mayor empeño para que h0y podamos mostrarle al mundo, que Venezuela sigue siendo un territorio de paz, y contamos con una Patria grande dispuesta a defenderla».
Agradeció al jefe de Estado venezolano «por mostrar el camino, porque nosotros nos apegamos a la Constitución Nacional y con esto evoco sus palabras: dentro de la Constitución todo y fuera de ella nada».
Por su parte, la presidenta de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), magistrada Tania D´Amelio, recalcó que el Juez de Paz es para reencontrar a esos hombres y mujeres «debemos reconciliarnos y la paz empieza por nosotros, no hay otro camino, sino la paz en el territorio. Esta tierra está bendecida y vienen grandes cosas, lo importante es tener paz».
Señaló que los Jueces y Juezas de Paz deben asumir responsabilidades «somos autoridad en la parroquia y no es llevar una chapa, sino solucionar los problemas, ayudar a la gente, no queremos abogados buscando clientes en la comunidad, somos el ejército de Dios, no queremos la justicia ordinaria».
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