García Toyos decidió profundizar en las implicaciones que tiene la regla en nuestra sociedad. «Decidí investigar esto porque había poca información; una amiga mía tenía que tomar una decisión personal muy importante, pero justo en ese momento estaba al principio de su ciclo menstrual y no se fiaba de su propio juicio. Eso me sorprendió, y me hizo preguntarme ¿quién decide por nosotras, quién nos define?»
Piensa en una amiga que le pide a otra en voz baja un tampax que recibe con disimulo. Piensa en los miedos de las adolescentes a que la mancha se le note en mitad de la clase. Y ahora, piensa en los chicos. Su adolescencia viene marcada por otros efectos como la aparición de vello o la capacidad de eyacular, y eso, en el mundo de los chavales, no es motivo de vergüenza, sino de fanfarronería.
La regla es definida por la publicidad y por la respuesta social; pero también por la respuesta médica, así que está a medio camino entre la enfermedad, lo íntimo o la vergüenza. En los anuncios es de color azul, ¡cómo una experiencia poética! y cuando se habla de avances tecnológicos y nuevos inventos es, simplemente, para ocultarla, atenuarla o disimularla. «Eso no tiene sentido, tenemos un paradigma social y otro biológico y debo decir que el patriarcado y el capitalismo van de la mano para medicalizar la regla o mantenerla como tabú».
La investigadora andaluza propone que la regla es un proceso marcado por el sistema patriarcal para que la mujer esté supeditada a su cuerpo, «la biología determina lo femenino por un lado. Por otro, lo masculino viene determinado por lo cultural y humano. Así, los hombres producen y las mujeres reproducen».
Para llegar a esta conclusión, García Toyos ha analizado los trabajos sobre el ciclo menstrual entre 1994 y 2013 concluyendo que la mayor parte están hechos con fines biológicos o médicos por mujeres mayoritariamente estadounidenses, «hay una enorme carencia de estudios que tengan un enfoque bio–psico–social». Después de todo, la regla es algo tan común que, por muy secreto y tabú que sea, forma parte de nuestra vida, ¿no deberíamos abordarla como tal?, refiere el portal Sputnik.
3.000 días inhábiles no son nada
Hay patrones comunes en el ciclo menstrual: el sangrado dura entre 5 y 7 días, el ciclo es de al menos 20 días, entre 80 y 100 cm3 es la cantidad máxima de sangrado y, de media, cada mujer tiene en su vida unos 3.000 días en los que la regla le pone difícil cumplir con su rutina. En el mundo hay 2.000 millones de personas que tienen la regla… imposible echar cuentas.
En España, el 75% de las mujeres ha sufrido un periodo menstrual tan doloroso que no les permite hacer nada, según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Pero no hablamos solo de los días de sangrado, está presente también el Trastorno Disfórico Premenstrual —depresiones o ansiedad— que para la OMS y para el recopilatorio de diagnóstico psiquiátrico, son una enfermedad.
Otros cálculos hablan de 9 días al año perdidos para la productividad, en comparación con los hombres, pero es una productividad lastrada en secreto, porque decir «estoy mala» no es motivo para una baja sistemática.
La ausencia de grandes soluciones e investigaciones viene siendo paliada desde los años 70 por los movimientos feministas, aunque hasta ahora, no hay enfoques que integren disciplinas sociales, psicológicas y también médicas. Recuerda que, como venimos viendo, la regla no es una enfermedad, sino un constructo social, «necesita más medios y formación, la salud menstrual es puro bienestar social», concluye García Toyo. EL/JML