Anuncian que Santiago quedará sin agua potable como ya ocurre con 1 millón de chilenos
Este viernes las autoridades sanitarias de Santiago de Chile reconocieron la escasez hídrica que afecta a más de un millón de personas en ese país y advirtieron que probablemente el próximo verano en la capital y Valparaíso haya que racionar el agua: sencillamente no da para todos.
«Tendremos que hacer bastantes esfuerzos adicionales porque así como están las cosas, el próximo verano podría haber racionamiento. Este verano en la Región Metropolitana pasaremos con lo justo», dijo Jorge Rivas a El Mercurio, reseñó la agencia Sputnik.
El superintendente también reconoció que el embalse El Yeso (que provee de agua a la región) está a 30% de su capacidad.
Pero según datos de Greenpeace, de diciembre de 2019, en realidad El Yeso está a 27% de su capacidad. La organización también estima que en más de 70% del territorio nacional ha habido sequías de algún tipo en los últimos años, que más de 1 millón de personas viven en zonas afectadas por la escasez hídrica y que más de 400.000 acceden al agua a través de camiones cisternas.
Aunque hay varios motivos por los que Chile se está secando, hay uno por el que cientos tienen sed: ahí el acceso al agua potable «no se concibe como un derecho humano», dijo a Sputnik Estefanía González, coordinadora de campaña de Greenpeace Chile.
La desigualdad que ha generado la falta de agua también es producto de una legislación pinochetista aún vigente.
Chile tiene un modelo de aguas único en el mundo. En agosto de 1981 se aprobó el Código de Aguas, que en su artículo 5 establece que el recurso es un «bien nacional de uso público», pero que su «derecho de aprovechamiento» es privado.
Chile no enfrenta bloqueo económico del gobierno de EE.UU. que impida la compra de repuestos para las plantas de distribución y bombeo. Simplemente el agua está privatizada y el cambio climático hace del líquido un bien preciado que no alcanza para todos.
La situación también se ve agravada por la ausencia de normas de ordenamiento territorial que regulen los cultivos según las capacidades de recarga y flujo de agua en las cuencas.
«Los datos son dramáticos», dijo González. Casi la totalidad del consumo de agua en el país es acaparado por dos sectores: el forestal (59%) y el agrícola (37%). Hay una «sobreexplotación», aseguró.
A la sobreexplotación del agua se suma otro conflicto: las plantaciones no solo consumen mucha agua, sino que muchas de las especies plantadas aumentan más las sequías, no favorecen a que el medio ambiente esté sano.
¿Quiénes tienen sed?
«Estamos en situación crítica y se siguen plantando cerros. Es inconcebible», dijo a Sputnik Lorena Donaire, dirigente del Movimiento de Defensa por el Acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medio Ambiente (Modatima), una de las miles de personas que desde hace una década sufre la falta de agua.
Históricamente Petorca fue una provincia ligada a la minería, aunque ahora su principal actividad económica es la agricultura que se desarrolla en torno a los valles de los dos principales ríos de la provincia, Petorca y La Ligua, hoy secos.
Antiguamente la zona se destacaba por el cultivo de trigo, legumbres, papas y cítricos.
«Claramente hay un acaparamiento de agua —aseguró Donaire—. Si se siguen estableciendo nuevos proyectos agrícolas, es porque agua hay. Pasa que aquí se está priorizando el agua para el agronegocio y no para la población. Estamos en una situación de desventaja», agregó.
En La Ligua, más precisamente en Valle Hermoso, vive Isabel (nombre para su protección), una niña de 11 años que esta semana dio testimonio en Valparaíso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y contó cómo es vivir sin agua.
«Las personas que tienen que medicarse, que tienen enfermedades, no pueden tomar un vaso de agua para tomar una pastilla. Es muy complicado vivir así, hay niños que no podemos lavarnos, lavar nuestra ropa, no podemos desayunar y estamos con sed», contó.
Donaire, que estaba presente cuando Isabel reconoció que vive con sed, contó que los presentes se sorprendieron, porque no tenían idea que la situación era tan grave. «En Chile se invisibilizan estas situaciones. Hoy la gente se asusta porque Santiago, Valparaíso y las grandes ciudades se van a quedar sin agua, pero en realidad acá desde hace muchos años vivimos con racionamiento».
Mientras que no se garantice el acceso al agua y los gobernantes y actores políticos entiendan que es un derecho humano, la situación no va a mejorar. «Las medidas del mundo político no tienen nada que ver con la realidad del país, son soluciones que pareciera estuvieran pensadas en otro planeta», aseguró González.
Greenpeace considera que es incomprensible que el Congreso chileno haya rechazado la idea de legislar para que el agua sea un recurso de dominio y uso público. «Quizás reaccionen cuando comiencen los cortes de agua en el mismo Congreso», advirtió.

/JB